Para asegurar la calidad e inocuidad de sus productos, IANSA cuenta con un sistema formal de Gestión en temas de Calidad e Inocuidad Alimentaria, cumpliendo la norma chilena oficial NCh 2861. Of 2004 HACCP basado en CODEX ALIMENTARIUS y la norma internacional FSSC 22.000, que incluye ISO 22.000:2005 más ISO TS 22.002-1:2009, todos certificados por Bureau Veritas, que permiten asegurar la reconocida calidad de nuestros productos y sitúa a nuestra empresa en la vanguardia de la Industria Alimenticia Chilena y Mundial.
Estas normas apuntan directamente a garantizar la inocuidad de los alimentos, de modo que éstos no causen daños al consumidor cuando se elaboren y/o consuman de acuerdo con el uso al que se destinan.
Cabe señalar que el proceso en nuestras instalaciones industriales es continuo, automático y completamente cerrado. Procedimientos operacionales estandarizados garantizan el funcionamiento óptimo de cada etapa. Las instalaciones son de acceso restringido sólo al personal autorizado, el cual se encuentra debidamente preparado para asegurar la calidad e inocuidad de nuestros productos en las distintas etapas de fabricación, transporte, envasado, almacenamiento y despacho.
Se disponen de rigurosos procedimientos de Buenas Prácticas de Manufactura, Limpieza y Sanitización de las instalaciones, que incluyen un plan formal de control de plagas, el cual permite eliminar y/o contener los diversos vectores (roedores, insectos, aves, etc.) que pudiesen presentarse en nuestras instalaciones y representar un riesgo de contaminación de los distintos productos.
En particular, nuestro sistema da una importancia fundamental a la eliminación del peligro de presencia de elementos o partículas extrañas en el producto final, con especial énfasis en partículas metálicas. Por esto, se consideran diversas medidas de control específicas durante todo el proceso de fabricación, que incluyen etapas de micro-filtración del jugo azucarado antes de ser concentrado y pasar a la etapa de cristalización al vacío. Una vez cristalizada el azúcar, se separa de la fase líquida mediante centrifugación y va al secado final con aire caliente. Entonces, el azúcar blanca granulado así obtenido se hace pasar a través de mallas tamizadoras que retienen y separan todo elemento extraño de dimensión superior a 3 mm.
A continuación, el azúcar pasa por equipos separadores magnéticos, compuestos por sistemas de barras imantadas, las cuales actúan como barrera complementaria para retener toda partícula metálica no atrapada en las etapas anteriores.
Después del envasado final, cada bolsa de azúcar pasa por equipos detectores de metal, los cuales actúan como última barrera de seguridad para asegurar la ausencia de elementos metálicos en el producto terminado, antes de su entrega final a clientes.